Año: 2023
Santiago, once de septiembre,
mil novecientos setenta y tres.
Buenos días, Señor Presidente,
le escribe Marcela, diez años de edad.
Al ver incendiar La Moneda,
yo quisiera a usted preguntar
si esas llamas destruyen los sueños
que tienen los niños de esta sociedad.

Y hasta allí pudo escribir,
cuando alguien entró.
No se supo más de ti,
el tiempo te borró.
Pasaron los años y, al fin,
tu bella carta se descubrió.

Santiago, once de septiembre,
de dos mil setenta y tres.
Marcelita, el Presidente de Chile
responde tu carta, cien años después:
“La historia siempre nos enseña,
que los sueños no se destruirán
y las llamas un día se apagan,
pero la esperanza no se apaga jamás”.